Guatemala. Creación y consolidación de huertos traspatio para promover la seguridad alimentaria
- Categoría: Cooperación internacional
- Fecha: 21 de Julio de 2025
Con la finalización del primer año del programa Vidas Libres: “Mujeres mayas y mestizas fortalecen su autonomía económica y defienden su derecho a una vida digna y libre de violencias en los territorios Ch'orti' y Kaqchikel (Guatemala)”, con el apoyo financiero de la Generalitat Valenciana en su convocatoria de programas 2023, se concluyó con éxito el proceso de generación (o fortalecimiento) de huertos de traspatio en las comunidades mayas kaqchikeles de Santiago y San Pedro Sacatepéquez, Guatemala.
Esta estrategia de intervención fue liderada por la organización local AFEDES, con el apoyo técnico de InteRed, el proceso de formación y los encuentros de intercambio de saberes con las mujeres se desarrollaron de manera quincenal entre junio de 2024 a junio de 2025. Esta estrategia fue paralela al proceso de formación de las escuelas agroecológicas y como complemento a la misma.
A través de esta iniciativa, se ha impulsado el acceso a alimentos sanos y orgánicos mediante huertos de traspatio familiares y colectivos, haciendo énfasis en el ciclo agrícola que incluye la conservación de suelos, el cuidado del agua, el manejo preventivo de plagas, el resguardo y almacenamiento de semillas nativas, la diversificación de cultivos y la práctica del sistema milpa, desde la resistencia y preservación de los saberes ancestrales.
Durante los encuentros se implementaron procesos de asesoría y asistencia técnica para promover la producción de alimentos, el autoconsumo y una alimentación saludable; fortalecer el conocimiento ancestral en torno al cuidado de la tierra; fomentar la educación agroecológica en la niñez (hijos e hijas de las mujeres participantes); y propiciar espacios terapéuticos para las mujeres, quienes encuentran en el trabajo agrícola una vía de sanación y conexión con su espiritualidad y comunidad.
- La escuela agroecológica me enseñó a no tenerle miedo a la tierra. Ahora siembro con amor y cuido a los animales, porque ellos también sienten y merecen vivir dignamente. Juan José Ticún (14 años), Santiago Sacatepéquez. Hijo de una de las mujeres participantes.
También se planteó transformar actitudes familiares para lograr el compromiso colectivo y familiar en el cuidado de los huertos y aves de traspatio, desde la corresponsabilidad y el enfoque de género, así como promover una visión política que defienda la soberanía alimentaria frente a modelos capitalistas y extractivos. La iniciativa también respondió a la urgencia de enfrentar la desnutrición infantil de manera sostenible de acuerdo con las posibilidades en las comunidades.
- Mi huerto familiar me ha permitido alimentos sanos y de calidad además me ha ayudado a romper estereotipos. Como madre de seis hijos, aprendí a distribuir responsabilidades y vivir en armonía con mi familia, gracias a los procesos que han transformado mi manera de pensar. -María Isabel Granados Turuy, Aldea Pachali, Santiago Sacatepéquez.
Entre los aprendizajes extraídos, se destaca la riqueza del intercambio de saberes en un ambiente horizontal, donde todas las mujeres enseñan y aprenden. Las mujeres han identificado el trabajo con la tierra como un espacio de sanación emocional, especialmente en momentos difíciles. La participación activa de niñas y niños genera entusiasmo y fortalece la conexión con la naturaleza, permitiendo el desarrollo de nuevas metodologías educativas. Además, la experiencia ha consolidado la conciencia sobre el origen de los alimentos, desde la semilla hasta la transformación de alimentos.
- Desde niña observaba a mi abuela cuidar la tierra y las gallinas, y empecé a practicarlo con mi familia. Cuando me siento triste, estar rodeada de milpa, flores, frutas y aves me reconforta. Antes no sabía que tenía un huerto, pero hoy lo fortalezco y enseño a mis hijas para que no se pierdan estos conocimientos ni la conexión con la tierra. - Remigia Chile Castellanos, Aldea Chillani, San Pedro Sacatepéquez
La experiencia ha permitido valorar la riqueza del intercambio de saberes entre mujeres de manera intergeneracional, donde las mujeres comparten y aprenden unas de otras. La inclusión de la niñez en los procesos ha generado entusiasmo y ha abierto nuevas metodologías educativas agroecológicas. Finalmente, los huertos se han convertido no solo en espacios productivos, sino también en territorios de vida, identidad y esperanza, donde se tejen saberes, se fortalece el tejido comunitario y se construye soberanía desde lo cotidiano.